De moda, a amenaza ambiental
Alejandra Cervantes Neri Tw: @lilly_alee
Fue en el estadio de los Gigantes de Nueva York donde Harry Stevens introdujo los popotes. Este invento tuvo como finalidad no distraer la vista del público durante el juego mientras tomaban sus bebidas. Además de triplicar las ventas, aportó una nueva manera de tomarse los líquidos.
A pesar de que los popotes, en su inicio, se fabricaban de papel, con el auge de los plásticos, se sustituyeron por productos de un solo uso y no reciclables. Así pasaron los años.
No fue sino hasta 2017, cuando el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó la campaña #MaresLimpios, en Bali, Indonesia, al reconocer que los plásticos, entre ellos, los popotes, son una amenaza para los ecosistemas costeros y marinos.

La reflexión gira en torno a los pocos minutos de vida útil que tiene este producto, comparado con los más de 100 años que tarda en degradarse. Esto se suma a que gran parte de la basura termina en el mar. De acuerdo con la Conferencia sobre los Océanos 2017, el plástico ha matado un millón de mamíferos marinos.
Lo más sustentable y la mejor solución sería reducir o eliminar su uso, sin embargo, el mercado ecofriendly nos brinda varias alternativas para suplir los productos de plástico, en este caso, los popotes.
Los comestibles: elaborados con algas marinas, son 100 % compostables y degradables. Ya sea que se consuman o no, se desintegran en agua en solo 24 horas.
Los de bambú: pueden ser desechables, o bien, lavables y reutilizables. Los primeros tardan 15 días en degradarse.
Los de papel: a pesar del material, no se suavizan con los líquidos y son elaborados con recursos renovables biodegradables y compostables.
Los de metal: ha habido un auge en esta presentación. En general, son de acero inoxidable o de titanio y resultan duraderos.
Los de semillas de aguacate: son fabricados con resinas obtenidas por medio de las semillas y son de bioplásticos. Aunque no se degradan en horas, son una alternativa sostenible al descomponerse en un lapso de 90 a 240 días.
En su poder está elegir alternativas ecológicas. A todos nos corresponde contrarrestar el efímero uso de los popotes de plástico que amenaza la vida de los ecosistemas. Con nuestros actos, abonemos vida en pro del planeta.